Las amebas empresariales reptan por el tejido social, extendiendo sus formas cambiantes por todo aquello que pueda proporcionar dinero a sus arcas.
Veo en la televisión un anuncio de patatas fritas en el que aseguran que una parte del importe de las mismas, irá destinado a luchar contra la violencia de género.
Personalmente este tipo de argucias publicitarias me produce un profundo desprecio.
La labor social de la empresa cobra cada vez mayor importancia, pero creo que puede ser mucho más elaborada, sin apelar a un sentimiento de lastima, ni mucho menos de culpabilidad. Espero que al menos esta fábrica de patatas, haya tenido el detalle de contratar mujeres maltratadas.
Eso si que es ayudar a luchar contra la violencia de género.
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1 comment:
Estoy de acuerdo contigo. A mi también me parecen unas prácticas despreciables.
Claro que es mejor que lo hagan a que no lo hagan. Pero es especie de chantaje sobre el consumidor no es de recibo.
¿Alguien comprará esas patatas en lugar de otras para ayudar a las mujeres maltratadas?
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