4/21/2006

La estrategia del perdón

Habréis podido ver en la prensa como los directivos de Hyundai pedían perdón públicamente por un caso de corrupción, además se comprometían a donar una cifra del orden de los 1000 millones de dólares para obras de caridad.

Me ha llamado la atención la foto del presidente en plena reverencia. No es la primera vez que veo algo así, de hecho en otras ocasiones suele aparecer el presidente en plena llantina y pidiendo perdón a accionistas, clientes y trabajadores.

Al margen de lo que puede tener de hipócrita toda naturaleza humana, parece que estas personas se enfrentan sinceramente a un sentimiento de vergüenza por que su empresa haya sido capaz de hacer aquello.

¿Por qué lloran?. Leyendo por diferentes vías parece que lo hacen porque han fallado en ofrecerle al grupo al que pertenecen, lo que éste espera de ellos. No sólo han cometido un delito, sino que también le han robado a sus trabajadores la posibilidad de sentirse orgullosos de su propia empresa.

¿Os habéis parado a pensar el efecto que tiene el pedir perdón públicamente?. En primer lugar, alivia la conciencia y el corazón (a modo de confesión católica), liberando la culpa y, definitiva haciendo un ctrl.+ alt + supr espiritual.

Pero desde mi punto de vista tiene también un efecto muy potente sobre el lado del observador. Cuando ya se ha pedido perdón y se asume la culpa, la discusión sobre el posible mal causado pierde sentido, se olvida. Mágicamente se pasa a pensar en las posibles soluciones, no se hace leña del árbol caído. Además por otro lado, dispara la empatía del observador, se siente más inclinado a ofrecerle el perdón y a disculparle.

Si es tan bueno pedir perdón ¿por qué es tan poco visto en el mundo occidental (y siempre hablando del entorno empresarial)?. En mi opinión en el mundo asiático es el grupo el que tiene la fuerza y el que da sentido a la propia vida laboral, por lo tanto un traspie personal tiene impacto en el grupo y es por ello que se siente vergüenza. Sin embargo en el mundo occidental es el individuo único el que siente que mueve la máquina, en caso de fallo, no ha fallado el grupo, si no yo y solamente yo.

¿Qué es mejor?. No seré yo quien lo juzgue, ¡¡no vaya a ser que me equivoque!!

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